
TUDOR: LA ELEGANCIA ACCESIBLE DEL RELOJ SUIZO QUE NACE DE ROLEX
Descubriendo Tudor: La Aristocracia Funcional de la Alta Relojería
Por Enrique Ordóñez – Editor de Estilo y Relojería de Lujo
En el fascinante mundo de la alta relojería, donde cada tic-tac resuena con historia, técnica y estatus, existe una marca que ha sabido conjugar como pocas el linaje aristocrático de la manufactura suiza con una propuesta contemporánea, robusta y sorprendentemente accesible: Tudor.
Fundada en 1926 por Hans Wilsdorf, el mismo visionario detrás de Rolex, Tudor nació con una idea clara: ofrecer un reloj con la garantía, el diseño y la fiabilidad de Rolex, pero a un precio más asequible. No era una segunda marca, sino una alternativa inteligente. Un Rolex para quien valoraba la esencia, sin la necesidad del oropel.
Y lo consiguió. A lo largo del siglo XX, Tudor fue elegido por profesionales exigentes: buzos de la Marine Nationale francesa, comandos de la US Navy, y exploradores de medio mundo confiaron en sus relojes. Su resistencia, precisión y diseño los convirtieron en herramientas de confianza. Pero fue en las dos últimas décadas cuando la marca resurgió con más fuerza que nunca.
Tudor Hoy: Un Renacimiento con Personalidad Propia
Desde su relanzamiento oficial en 2010 con la campaña Born to Dare, Tudor ha dejado claro que no vive a la sombra de Rolex, sino que juega en su propio terreno. Y lo hace con un lenguaje visual reconocible, calibres de manufactura y una comunidad de coleccionistas en auge.
Los Black Bay, con su estética vintage inspirada en los submariner de los años 50 y 60, han marcado un antes y un después. Sus variantes —Black Bay Fifty-Eight, Black Bay Pro, Black Bay Chrono— combinan herencia y modernidad con una ejecución impecable. Destacan por su fiabilidad, su diseño atemporal y esa sensación de herramienta de buceo genuina, sin florituras.
La línea Pelagos, por su parte, es probablemente el mejor reloj de buceo técnico de su rango: titanio, válvula de helio, hermeticidad hasta 500 metros y un diseño limpio, casi minimalista. Y luego están los Ranger o los nuevos Royal, que aportan un aire más urbano y versátil.
¿Qué Justifica el Valor de un Tudor?
- Pertenece a Rolex: el respaldo técnico, logístico y de control de calidad es indiscutible. Si bien los movimientos hoy son en gran parte de manufactura Tudor, la influencia Rolex se percibe en cada tornillo.
- Calibres in-house: la mayoría de sus modelos actuales incorporan movimientos propios, con certificación COSC, reserva de marcha de 70 horas y una robustez excepcional.
- Valor sostenido (y creciente): al contrario que otras marcas que pierden valor rápidamente en el mercado secundario, Tudor mantiene —e incluso incrementa— sus precios, sobre todo en modelos populares o descontinuados como el Black Bay Harrods Edition o los Pelagos FXD.
- Diseño con identidad: aunque emparentado estéticamente con Rolex, Tudor ha desarrollado un código visual propio. Las agujas tipo “snowflake”, el bisel más delgado, los índices aplicados… todo habla de una marca con voz propia.
Precios Aproximados (2025)
- Black Bay Fifty-Eight: desde 4.080 €
- Black Bay GMT: alrededor de 4.500 €
- Pelagos 42mm: cerca de 5.100 €
- Pelagos FXD: en torno a 4.300 €
- Ranger: desde 2.850 €
- Tudor Royal: desde 2.500 €
La relación calidad-precio es, simplemente, inigualable en este rango de lujo suizo.
Un Objeto de Deseo para Nuevas Generaciones
Tudor ha sabido conectar con un nuevo tipo de cliente: amantes de la relojería, conocedores del legado, pero sin interés en la ostentación. Coleccionistas jóvenes, profesionales creativos, amantes del diseño o incluso compradores de su primer reloj suizo serio. En lugar de gritar lujo, Tudor lo susurra con elegancia.
Y esa es quizá su mayor virtud: en un mundo saturado de logotipos, brillos y relojes de inversión disfrazados de objetos emocionales, Tudor apuesta por el producto. Por el objeto. Por el tiempo como valor en sí mismo.
Conclusión
Si Rolex es la realeza, Tudor es la aristocracia funcional. Y en estos tiempos, donde la elegancia se mide por lo que no se dice, llevar un Tudor es un manifiesto silencioso de gusto, conocimiento y distinción.
Un reloj para los que saben… y no necesitan demostrarlo.